No podría imaginarme un mundo sin arte, sin
música, sin danza, sin exteriorizar y dar forma a los sentimientos más
profundos de nuestro ser, a los miedos, a las frustraciones, a las tristezas y a las alegrías que dan vida
al ser humano. Gracias a la expresión corporal podemos liberar nuestro universo
interior, comunicar con los trazados de nuestro cuerpo un lenguaje que se funde
en la piel. La danza tiene la habilidad de hacerte volar sin alas, nadar sin
agua, soñar sin estar dormido o viajar sin moverse del sitio. Todo esto sería
imposible hacerlo sin su alma gemela, su amiga inseparable, la música. La
melodía le muestra el camino que ha de seguir, cual es la historia que tiene
que contar, el cuerpo se encargará de moldearla y hacerla tangible para poder trasmitirla.
Pero la danza no es sólo una excelente
comunicadora de sentimientos y una narradora de historias variopintas. Esta
expresión artística es sanadora y terapeuta, cura todos los males que nos
atormenta. Nos evade de la realidad mundana, de la tediosa rutina que nos cohíbe
y no nos deja darle rienda suelta a la imaginación. También es un magnífico
ejercicio físico. Aplicamos todas y cada una de las partes del cuerpo durante
su ejecución, fortaleciendo y contorneado la figura como si de una escultura
renacentista se tratase. El cuerpo del bailarín, sin duda, es el más hermoso de
todos aquellos que trabajan con su físico. Un cuerpo tallado a base de horas y
horas de ensayo, de mucha disciplina y pasión por lo que uno hace.
Si me perdonáis la osadía, creo que la danza
es la más bella de las artes, más que por su carga estética por las sensaciones
que nos mueve dentro, tanto al que baila como al que lo observa. No es fácil
contagiar al público de ese mensaje corporal cargado de simbolismo y
sensibilidad, quien lo consigue con sus movimientos, sin duda, es alguien
especial.
Bailar alimenta el alma y el espíritu, nos
llena de vida y de ganas. No entiende ni de edad ni de sexo, aunque nos hayan
querido hacer ver lo contrario durante tanto tiempo. El baile es unisex, sea de
la modalidad que sea. El ballet también es para los hombres, sí, aunque a
muchos le resulte cómico verlos con mallas, simplemente es un atuendo cómodo
para poder trabajar y ver los precisos movimientos que caracterizan a la danza
clásica, base de la danza en su sentido más amplio. Cualquier edad es buena
para empezar a practicarla. ¡Fuera complejos y tabúes! Sólo hace falta actitud,
predisposición y ganas de disfrutar sin miedo al qué dirán. Hay que dejarse
llevar, sentir como la música vibra en nuestro interior y permitir que nuestro
cuerpo haga el resto. Creedme, la sensación es súper placentera.
Hay muchos estilos de baile donde elegir, uno
para cada tipo de persona. Con la fusión se está ampliando el abanico de
posibilidades. Además de danza Jazz,
también podemos bailar Street-jazz, Jazz fusión o Jazz Lírico, entre otros. No hay excusas para mover el cuerpo. Si
quieres puedes hacerlo al ritmo de la Danza Oriental, de los elegantes Bailes
de Salón, del sensual y movido Funky o
del original y tan de moda Bollywood,
venido directamente de la India.
A pesar de la multitud de beneficios para el
cuerpo y la mente que ofrece la danza, no está todo la valorada que se merece
(al menos en España). Desde el punto de vista profesional, no se reconoce el
esfuerzo y la tenacidad de los bailarines. La gran mayoría tienen que salir del
país en busca de una oportunidad. Desde el punto de vista de las artes
escénicas, queda relegada a un segundo, e incluso a un tercer plano. Los
cantantes y los actores juegan en primera. A los bailarines les han tocado
jugar en Segunda B. Como si la preparación y el esfuerzo fuese menor, cuando es
todo lo contrario. Solo me queda pensar que es desconocimiento e incultura
artística. Nos queda mucho que avanzar en ese terreno. Hacen falta dosis y
dosis de educación artística. Estoy convencida que llegará el día en que la danza
ocupe el lugar que se merece. ¿Tal vez sea una utopía?.