viernes, 10 de febrero de 2012

La Danza, alimento para el alma


No podría imaginarme un mundo sin arte, sin música, sin danza, sin exteriorizar y dar forma a los sentimientos más profundos de nuestro ser, a los miedos, a las frustraciones,  a las tristezas y a las alegrías que dan vida al ser humano. Gracias a la expresión corporal podemos liberar nuestro universo interior, comunicar con los trazados de nuestro cuerpo un lenguaje que se funde en la piel. La danza tiene la habilidad de hacerte volar sin alas, nadar sin agua, soñar sin estar dormido o viajar sin moverse del sitio. Todo esto sería imposible hacerlo sin su alma gemela, su amiga inseparable, la música. La melodía le muestra el camino que ha de seguir, cual es la historia que tiene que contar, el cuerpo se encargará de moldearla y hacerla tangible para poder trasmitirla.
Pero la danza no es sólo una excelente comunicadora de sentimientos y una narradora de historias variopintas. Esta expresión artística es sanadora y terapeuta, cura todos los males que nos atormenta. Nos evade de la realidad mundana, de la tediosa rutina que nos cohíbe y no nos deja darle rienda suelta a la imaginación. También es un magnífico ejercicio físico. Aplicamos todas y cada una de las partes del cuerpo durante su ejecución, fortaleciendo y contorneado la figura como si de una escultura renacentista se tratase. El cuerpo del bailarín, sin duda, es el más hermoso de todos aquellos que trabajan con su físico. Un cuerpo tallado a base de horas y horas de ensayo, de mucha disciplina y pasión por lo que uno hace.    
Si me perdonáis la osadía, creo que la danza es la más bella de las artes, más que por su carga estética por las sensaciones que nos mueve dentro, tanto al que baila como al que lo observa. No es fácil contagiar al público de ese mensaje corporal cargado de simbolismo y sensibilidad, quien lo consigue con sus movimientos, sin duda, es alguien especial.
Bailar alimenta el alma y el espíritu, nos llena de vida y de ganas. No entiende ni de edad ni de sexo, aunque nos hayan querido hacer ver lo contrario durante tanto tiempo. El baile es unisex, sea de la modalidad que sea. El ballet también es para los hombres, sí, aunque a muchos le resulte cómico verlos con mallas, simplemente es un atuendo cómodo para poder trabajar y ver los precisos movimientos que caracterizan a la danza clásica, base de la danza en su sentido más amplio. Cualquier edad es buena para empezar a practicarla. ¡Fuera complejos y tabúes! Sólo hace falta actitud, predisposición y ganas de disfrutar sin miedo al qué dirán. Hay que dejarse llevar, sentir como la música vibra en nuestro interior y permitir que nuestro cuerpo haga el resto. Creedme, la sensación es súper placentera.
Hay muchos estilos de baile donde elegir, uno para cada tipo de persona. Con la fusión se está ampliando el abanico de posibilidades. Además de danza Jazz, también podemos bailar Street-jazz, Jazz fusión o Jazz Lírico, entre otros. No hay excusas para mover el cuerpo. Si quieres puedes hacerlo al ritmo de la Danza Oriental, de los elegantes Bailes de Salón, del sensual y movido Funky o del original y tan de moda Bollywood, venido directamente de la India.
A pesar de la multitud de beneficios para el cuerpo y la mente que ofrece la danza, no está todo la valorada que se merece (al menos en España). Desde el punto de vista profesional, no se reconoce el esfuerzo y la tenacidad de los bailarines. La gran mayoría tienen que salir del país en busca de una oportunidad. Desde el punto de vista de las artes escénicas, queda relegada a un segundo, e incluso a un tercer plano. Los cantantes y los actores juegan en primera. A los bailarines les han tocado jugar en Segunda B. Como si la preparación y el esfuerzo fuese menor, cuando es todo lo contrario. Solo me queda pensar que es desconocimiento e incultura artística. Nos queda mucho que avanzar en ese terreno. Hacen falta dosis y dosis de educación artística. Estoy convencida que llegará el día en que la danza ocupe el lugar que se merece. ¿Tal vez sea una utopía?.



(Artículo publicado en la página 32 del número 17 de la revista cultural Ajícara http://www.ajicara.com/portfolio/hemeroteca)

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